¿Eres Espiritual o Carnal?

Teaching Legacy Letter
*First Published: 2018
*Last Updated: diciembre de 2025
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Esta serie de Cartas de Enseñanza, «Nuestro Precio, Nuestro Valor», busca ser una fuente de bendición para ti mientras descubres el valor que Dios otorga a cada uno de nosotros. Comenzamos esta serie retrocediendo al origen mismo del hombre. Vimos que la creación, en su conjunto, fue hecha por la palabra de Dios. Sin embargo, la creación de Adán fue singularmente diferente.
Y el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (literalmente, un alma viviente). (Génesis 2:7)
Vimos también cómo las Escrituras revelan las tres áreas que conforman la personalidad humana total: espíritu, alma y cuerpo. En esta carta, al examinar cómo Dios quiso que funcionara cada aspecto de nuestra personalidad, nos centraremos en un tema en particular: la relación entre nuestro espíritu y nuestra alma.
El Patrón Original
En el patrón original de la creación, el espíritu del hombre provenía directamente de Dios, se relacionaba directamente con Él y disfrutaba de una relación perfecta y ordenada con Él. Dios obraba sobre el espíritu del hombre; el espíritu del hombre obraba sobre su alma; y su alma dirigía su cuerpo. Sin embargo, debido a los efectos devastadores de la rebelión del hombre, su espíritu se vio comprometido y su alma asumió el control. Como resultado, el hombre no regenerado ahora está controlado por las tres funciones de su alma: la voluntad, el intelecto y las emociones.
Cuando Dios reconcilia a una persona consigo mismo, su propósito es restaurar el orden original, mediante el cual nuevamente Dios se relaciona directamente con el espíritu de la persona, cuyo espíritu a su vez se mueve sobre su alma, y el alma se mueve sobre el cuerpo.
Esto explica las palabras de David en el Salmo 103:1:
Alaba, alma mía, al Señor.
Mediante la fe, el espíritu de David se había reunido con Dios y anhelaba adorarlo. Así, su espíritu impulsó su alma a expresar con sus órganos vocales las palabras apropiadas de adoración. Este es un buen ejemplo del patrón original de la creación en la vida de David.
Armonía versus Tensión
Mientras este patrón se mantenga, donde nuestro espíritu permanece sometido a Dios y nuestra alma a nuestro espíritu, funcionamos en armonía con Dios y con nosotros mismos. Pero si en algún momento reafirmamos nuestra rebelión contra Dios, nuestra alma ya no se somete a nuestro espíritu. ¿El resultado? Nuestra armonía interior se rompe. Todos enfrentamos esta tensión constante entre el espíritu y el alma.
El griego del Nuevo Testamento tiene un adjetivo especial, derivado directamente de la palabra griega para alma, «psuche», que describe la acción iniciada por el alma. El adjetivo es «psuchikos». La palabra más cercana al término original en Español sería «carnal».
Las traducciones del Nuevo Testamento han usado una variedad de expresiones diferentes: natural, animal, sensual, terrenal, humana, sin el espíritu, y [los que] se dejan llevar por sus propios instintos. Por lo anterior, quienes están limitados a una traducción del griego, no saben que todas esas expresiones y términos son la traducción de una misma palabra griega.
Para mayor claridad, a lo largo del resto de esta carta utilizaré la palabra carnal.
Esto enfatizará la tensión en el Nuevo Testamento entre lo que es espiritual y lo que es “anímico”.
Un Cuerpo Espiritual
En 1 Corintios 15:44-46, Pablo usa esta palabra tres veces para señalar la diferencia entre nuestro cuerpo actual, que es natural (carnal), y nuestro cuerpo de resurrección, que será espiritual. Un cuerpo carnal es aquel en el que el espíritu tiene que obrar a través del alma. Un cuerpo espiritual sería aquel en el que el espíritu obra directamente sobre el cuerpo, sin tener que obrar a través del alma.
Por ejemplo, los querubines que se describen en Ezequiel capítulo 1, aparentemente tienen cuerpos espirituales.
Cada uno caminaba derecho hacia adelante; iban adonde el espíritu les impulsaba. (v. 12)
Y nuevamente, más abajo en el mismo capítulo:
Los seres iban adonde el espíritu los impulsaba … porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. (v. 20).
Aparentemente, ese es el tipo de cuerpo que tendrán los creyentes después de la resurrección. Nuestro espíritu ya no tendrá que impulsar a nuestra alma para que dirija a nuestro cuerpo a dar la respuesta apropiada. Nuestro cuerpo responderá directamente a la decisión de nuestro espíritu. Seremos como los querubines de Ezequiel: iremos directamente, sin desviarnos, a donde nuestro espíritu nos dicte. ¡Qué gloriosa libertad!
Un Cuerpo “Carnal”
Hay otros tres pasajes en el Nuevo Testamento donde la oposición entre lo espiritual y lo carnal se expresa con mayor claridad. En 1 Corintios 2:14-15, Pablo dice:
El que no tiene el Espíritu [el carnal] no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie.
Para comprender los asuntos espirituales, el alma depende del espíritu. Si el alma no está en armonía con el espíritu, el reino de la verdad espiritual se le cierra. ¿Ves lo importante que es que nos acerquemos a la verdad con la actitud correcta? Es crucial que nuestra alma se someta a nuestro espíritu y que este esté en unión con Dios.
¿Qué sucede cuando los cristianos se vuelven anímicos? En su epístola, Judas habla de personas en la iglesia que son «murmuradores, criticones, que andan según sus propias concupiscencias… personas sensuales [carnales], que causan divisiones, y que no tienen el Espíritu [Santo]» (Judas 16:19).
Cuando el alma de un cristiano no se somete a Dios mediante su espíritu, se convierte en un canal por el cual toda clase de carnalidad y división puede infiltrarse en la iglesia. Esta es la verdadera causa subyacente de las divisiones en el Cuerpo de Cristo.
El Descenso
Pero no se detiene ahí. En Santiago 3:15, el apóstol habla de una forma de sabiduría que no desciende de lo alto, sino que es terrenal, sensual [carnal] y demoníaca. Santiago describe un descenso en tres etapas sucesivas: de lo terrenal a lo carnal y finalmente a lo demoníaco.
Cuando los cristianos se vuelven terrenales, pierden la visión de la eternidad. No pueden ver más allá de los asuntos de esta vida: el éxito, el placer, la salud y la riqueza. ¡Solo les interesa lo que su fe hará por ellos en esta vida!
Respecto a estas personas, Pablo dice: «Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de compasión de todos los hombres» (1 Corintios 15:19). Cristianos como ellos a menudo se consideran prósperos y exitosos. Pero ¿qué piensa Dios? Los considera dignos de compasión.
Después de lo terrenal, la siguiente etapa en la pendiente descendente es la del alma. Ser carnal es ser egoista, egocéntrico. Para estas personas, la fe cristiana es una forma de obtener lo que desean en la vida. Suponen que «la piedad es un medio de ganancia» (1 Timoteo 6:5).
Lo carnal le abre el camino a lo demoníaco. Esta es una forma clave en que los demonios se infiltran en la iglesia. A menudo se pregunta: ¿Necesitan los cristianos alguna vez ser liberados de los demonios? Las palabras de Santiago ofrecen una respuesta clara. Este descenso de lo terrenal a lo carnal y a lo demoníaco expone tanto a los creyentes individuales como a las congregaciones enteras a las actividades de los demonios.
Cultivando el Discernimiento
En muchos lugares hoy en día, la iglesia es una mezcla impía. No hay una línea clara entre lo espiritual y lo carnal, y por lo tanto, no hay barrera para lo demoníaco. Las manifestaciones genuinas del Espíritu Santo se intercalan con manifestaciones claramente demoníacas. Como resultado, muchos creyentes sinceros están confundidos y desconcertados.
Para protegernos, debemos cultivar el discernimiento bíblico. Debemos aprender a distinguir entre lo verdaderamente espiritual y lo carnal. Solo hay un instrumento lo suficientemente afilado para lograrlo: la Palabra de Dios.
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12)
Dos Condiciones
Más adelante, en Hebreos 5:14, el escritor establece dos condiciones que debemos cumplir para poder ejercer este tipo de discernimiento:
Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso [práctica] tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
La primera condición es que debemos tener por costumbre alimentarnos con comida espiritual sólida mediante el estudio de toda la Biblia. La segunda condición es que debemos practicar el discernimiento con regularidad. Debemos estar siempre alerta, reconociendo las fuerzas espirituales que encontramos en cada situación. El discernimiento debe ser tan parte de nuestra vida cristiana como la oración.
Finalmente, obedezcamos la exhortación de Pablo en 1 Corintios 16:13-14:
Manténgase alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Que todo lo que haga sea hecho con amor.
¿Qué Pasa Contigo?
Al leer estas palabras, ¿te das cuenta de que tu espíritu necesita fortalecerse para gobernar tu alma? ¿Quieres ser como el rey David, quien exhortaba constantemente a su alma a alabar a Dios? Si tienes ese mismo deseo, oremos por ello ahora.
*Prayer Response
Querido Señor, quiero ser la mejor versión de quien tenías en mente cuando me creaste. Me comprometo ahora a ser más vigilante en mis pensamientos y en la oración. Quiero escuchar y obedecer tu voz.
Humildemente pido tu gracia para alinear mi espíritu, alma y cuerpo según tu diseño. Quiero ser espiritual en lugar de carnal (guiado por el alma) pues te amo y te sigo. En el nombre de Jesús, Amén.

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