Nuestro tema para esta semana es “Amor extravagante”, un tema que lo llevará a una nueva dimensión en Dios, tanto al apreciarlo como al responder a Él. He estado compartiendo con usted que el amor de Dios para la humanidad, debe ser medido por el precio que Él pagó por nuestra redención. Para ilustrar eso, estudiamos las dos parábolas en Mateo 13, el tesoro escondido en un campo, y la perla de gran precio; el comprador dio todo lo que tenía, y el comprador era una ilustración de Jesús, el tesoro es el pueblo de Dios colectivamente, la perla es cada alma individual.

En mi charla de ayer mostré como el cuadro presentado en estas dos parábolas se cumplió literalmente en Jesús, no solo renunció a su trono celestial y a su gloria, a sus prerrogativas, y a sus privilegios, no solo dejó atrás todo lo que tenía en esta tierra, si no que finalmente para redimir nuestras almas, derramó su alma hasta la muerte, por nuestra vida Él entregó la suya, y lo hizo de la manera en que había sido predicho en el Antiguo Testamento, lo hizo derramando su sangre. El antiguo Testamento revela que el alma de cada criatura viviente está en la sangre, para cumplir con la ceremonia del Antiguo Testamento, la sangre de Jesús fue esparcida en siete etapas sucesivas, así como el sumo sacerdote esparcía la sangre siete veces en el lugar santísimo, delante del arca del pacto en el día de la expiación.

Este es el derramamiento en siete partes de la sangre de Jesús como está descrito en las escrituras: Primero, en el huerto de Getsemaní, su sudor era como de sangre; Segundo, en la casa del sumo sacerdote lo golpearon en la cara con puños y varas; Tercero, después de comparecer ante Poncio Pilato, fue azotado con un látigo romano; Cuarto, le mesaron la barba; Quinto, los soldados le pusieron espinas en el cuero cabelludo; Sexto, sus manos y sus pies fueron atravesados con clavos; y finalmente después de que había muerto en la cruz, le abrieron el costado con una lanza y salió sangre y agua. Se dio literalmente a sí mismo, derramó su vida, todo lo que tenía, para nuestra redención.

Hoy hablaré sobre lo que recibimos en Cristo, por medio de la redención, nuestra ilimitada herencia; quiero afirmar que Dios no solo fue extravagante en el precio que pagó para redimirnos, sino también es igualmente extravagante en todo lo que nos da en Cristo.

Veamos primero un pasaje en Romanos 8, del 15 al 17, Pablo le escribe a los cristianos acerca de lo que está disponible por nuestra fe en Cristo, dice:

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!. – Abba en arameo o hebreo, significa papá, así que entramos en esa relación de intimidad con Dios Padre, por el que lo llamamos Abba Padre, el Espíritu de Dios es el que nos da esa seguridad y confianza, Pablo continúa con lo que el Espíritu nos revela acerca de nuestra posición en Cristo - El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. – La Biblia nos dice nos dice eso, pero el Espíritu de Dios lo refuerza personalmente a cada corazón, la verdad de las escrituras, somos hijos de Dios, Pablo habla en el siguiente versículo de lo que involucra ser un hijo de Dios - Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

Cuando somos adoptados como hijos de Dios, entonces según el procedimiento normal en la raza humana, al ser hijos somos también herederos, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, por supuesto hay una condición, si estamos dispuestos a padecer con él, esa es una de las condiciones para ser herederos de Dios y coherederos con Cristo, para compartir la herencia debemos compartir también los padecimientos, recuerde que cuando hablé de la perla dije que era producto del sufrimiento. Es importante que entendamos lo que significa ser coherederos, no significa que cada uno reciba una pequeña porción de toda la herencia, sino que Jesús como primogénito tiene toda la herencia, y nosotros la compartimos con él, cada uno de nosotros tiene derecho sobre toda la herencia que es de Jesús. La ley del reino de Dios es compartir, no es que cada uno arrebate su porción, sino que todos compartimos juntos todo lo que Dios Padre y Jesús Hijo tienen.

Veamos lo que Jesús dice de esta herencia y cómo podemos conocerla, en Juan 16 del 13 al 15, cuando habla de la venida del Espíritu Santo:

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; - no podríamos entender esto sin el Espíritu Santo - … Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío”.

Todo lo que le pertenece al Padre, le pertenece al Hijo, y el Espíritu Santo nos revelará todo lo que es eso, y somos coherederos así que si le pertenece al Padre y al Hijo, también nos pertenece al nosotros, pero recuerde que es el Espíritu Santo el administrador de la herencia; si no tenemos una relación con el Espíritu Santo, si no caminamos en comunión con Él, no podemos ser en teoría hijos de un rey, sino que vivimos como pobres y mendigos porque no entramos en la herencia. Pero la herencia es todo lo que Dios Padre y Dios Hijo tienen, ellos comparten juntos y nosotros compartimos con ellos, esa es la plenitud de lo que Dios nos ha dado en Cristo, Él no es tacaño, no es mezquino, no es legalista, Él es extravagante.

Veamos ahora otro pasaje que habla de la extensión de nuestra herencia, Romanos 8:32:

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, - osea Dios - … El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, - ese fue el precio que pagó - ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”.

Hagamos una pausa para considerar lo que implican esas palabras, todas son muy poderosas, cuando recibimos a Cristo, con Él, sin Él no recibimos no recibimos nada, con Él Dios nos da gratuitamente todas las cosas. Que énfasis tan tremendo hay en el alcance de la herencia y en su absoluta extensión, no la podemos ganar, la recibimos como un regalo e incluye todas las cosas, todo lo que tiene Dios Padre, todo lo que tiene Dios Hijo, somos herederos de toda esa herencia cuando recibimos a Cristo.

Luego Pablo nuevamente en 1 Corintios, habla a los cristianos y trata de mostrarles lo ricos que son, y los reprende porque habían estado actuando como si fueran pobres, habían sido malos, mezquinos y celosos los unos con los otros, él les dice: “¿No se dan cuenta de lo que tienen?”, esto es lo que dice en 1 Corintios 3, del 21 al 23:

“Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro – todas las cosas son vuestras, esa es una declaración que quita la respiración - … todo es vuestro: se Pablo, se Apolos, sea Cefas, - dice que no pongan toda su atención en los predicadores - sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.”

Esa es una idea tremenda; todo es vuestro, dejen de actuar de manera mezquina, dejen de actuar faltos de entendimiento, recuerden que todo es vuestro. Recuerden que nos es dado gratuitamente, no lo podemos ganar, pero es importante que le pidamos al Espíritu Santo que aumente nuestra fe y nuestro entendimiento, recuerde que Él es el administrador, y a menos que el Espíritu Santo nos hable y nos guíe a la verdad, están serán solo palabras, no serán reales, es el Espíritu Santo quien hace reales las promesas.

Quiero terminar con un pasaje de 1 Juan 4:16, leeré dos versiones alternas:

“Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”

La segunda versión dice:

“Nosotros hemos llegado a conocer y a confiar en el amor que Dios tiene para con nosotros, Dios es amor, el que vive en amor, vive en Dios y Dios en él.”

Note la primera frase “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros”, la otra traducción dice: “Nosotros hemos llegado a conocer y a confiar en el amor que Dios tiene para con nosotros”. Quiero decirle que hay dos aspectos, uno es conocer el amor que Dios tiene para usted, el otro es creer el amor que Dios tiene para usted, o como dice la otra traducción “confiar en el amor de Dios”.

Muchísimos cristianos oyen en la iglesia pasajes bíblicos del amor de Dios, pueden hasta creerlos, aceptarlos, pero no son reales, hasta no confiar en él, hasta que tomemos en serio que Dios nos ama, que pagó el precio más alto en el universo para redimirlos, y que habiéndonos redimido, ha hecho nuestra toda la herencia, tenemos que empezar a actuar así, tenemos que vivir de acuerdo con eso, debemos dejar de ser malos, mezquinos y avaros con otras personas y con nosotros mismos, tenemos que aprender a ser como Dios, extravagantes!

Nuestro tiempo por hoy ha terminado, regresaré mañana a la misma hora, para continuar y terminar este tema del Amor Extravagante, hablaré sobre la otra cara de la moneda, “Cómo debemos responder al amor extravagante de Dios.”

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