Como Ponerse de Acuerdo Con Dios (Parte 10)

Derek Prince
*Last Updated: diciembre de 2025
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Me alegro de estar con usted nuevamente al finalizar otra semana, hoy continuaré y completaré el tema que he estado siguiendo estas últimas dos semanas “Cómo ponerse de acuerdo con Dios”.
En mis charlas anteriores he explicado que para ponerse de acuerdo con Dios se requiere que nos identifiquemos con la manera de pensar de Dios en cuatro áreas básicas, estas áreas son las siguientes: Objetivos Prioridades Actitudes Y categorías Debemos alinear nuestro pensamiento con el de Dios en cada una de esas áreas, debemos compartir los objetivos, las prioridades, las actitudes y las categorías de Dios.
Ayer dije que la manera en que clasificamos las cosas o las personas, determina cómo nos relacionamos con ellas, por ejemplo: Si yo clasifico a un hombre como negro, y yo soy blanco, tal vez sienta que hay una barrera entre nosotros, pero si él es católico y yo soy católico y yo lo clasifico en una categoría religiosa, tenemos algo en común, así que una clase de clasificación nos separa, otro tipo nos une; es el mismo hombre, yo soy la misma persona, la única cosa que es diferente es la manera en que yo lo clasifico. La manera en que clasificamos a las cosas y a las personas es muchas veces decisiva en cómo nos relacionamos con ellas. La manera en que Dios clasifica las cosas está claramente revelada en las escrituras y es muy importante que la entendamos.
En mi charla de ayer lo que creo es la categoría espiritual principal que Dios usa al mirar la humanidad y es fe o incredulidad. Dios mira al hombre y dice: ¿Cree este hombre, o no cree en Jesús el Hijo de Dios y en el mensaje del evangelio en la palabra de Dios?. La raza y otros atributos son secundarios a esa categoría principal de creer o no creer.
Hoy voy a compartir sobre lo que yo creo son las categorías morales de Dios, y diré que no necesariamente hay una diferencia tajante entre lo espiritual y lo moral, es simplemente un tipo de guía.
Para penetrar en las categorías morales de Dios, quiero leer de la primera epístola de Juan que es uno de los ejemplos más claros y completos que se encuentran en la Biblia; en cierto sentido este es uno de los temas principales de esta epístola de Juan, nos revela las categorías de Dios y en cada caso son contrastes bien definidos, casi no hay espacio para la duda, las categorías de Dios no dejan campos para lo que se conoce como: La moralidad relativa; donde si usted ve algo de una manera es de esa manera, pero si es de otra manera, entonces es de esa manera; tampoco dejan espacio para lo que se llama: La nueva moralidad.
Una vez le preguntaron a un amigo mío, que también es predicador: ¿Cree usted en la nueva moralidad?; Hizo una pausa y lo pensó muy cuidadosamente y le contestó: Bueno, si usted puede pensar en un pecado nuevo, yo podría creer en la nueva moralidad. La verdad es que no hay un pecado nuevo y no hay una nueva moralidad. Veamos algunos de estos bien definidos contrastes, en la clasificación de Dios como están ilustradas en la primera epístola de Juan, capítulo 1, versículo 5:
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.”
Note que la diferencia es clara, luz o tinieblas, luego sigue en el siguiente versículo:
“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”
Nuevamente los opuestos son tajantes, mentira o verdad, luz o tinieblas. Luego hay una contraposición clara que corre a través de toda la epístola, entre el pecado y la justicia, Juan dice en una parte de la epístola “Toda injusticia es pecado”, es como si usted quisiera saber lo que es torcido, la mejor manera es simplemente definir lo que es recto, entonces usted dice: Cualquier cosa que se desvíe de lo que es recto es torcido, no importa si se desvía diez grados, quince grados, o noventa grados; si no es recto, está torcido. A través de toda la epístola, Juan habla del pecado y de la justicia, y si queremos saber lo que es el pecado, toda injusticia es pecado.
En el segundo capítulo de esta epístola, versículos 9 y 10, Juan dice:
“El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.”
Nuevamente opuestos bien definidos, el odio y el amor, parece que Juan implica que no hay mucho entre las dos posiciones y yo pienso que tiene razón, si no amamos a las personas y aún así son importantes en nuestras vidas y los confrontamos y tenemos que relacionarnos con ellos, esa relación tiende a descender hasta hacerse odio, así que es amor u odio.
Más adelante en el mismo capítulo, Juan enfoca lo que amamos y dice en el capítulo 2, versículos 15 y 16:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.”
Hay dos objetivos exclusivos del amor, si amamos al Padre, no amaremos al mundo presente; si amamos al mundo no podemos decir que amamos al Padre, son exclusivos el uno del otro; cada uno de esos pares de opuestos son exclusivos el uno del otro, eso es característico de las categorías morales de Dios.
Juan dice en el capítulo 3, versículos 8 y 9:
“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”
Se nos presentan dos fuentes alternativas de influencia, autoridad y dirección en nuestras vidas, del diablo o de Dios, no hay una tercera opción, esa no es la manera que piensa la gente hoy en día, pero esas son las categorías de Dios, no podemos estar de acuerdo con Dios, si no alineamos nuestras categorías con las de Él.
Nuevamente en el mismo tercer capítulo de la primera epístola de Juan, versículo 14:
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”
Aquí vemos otra vez el asunto muy claramente; vida o muerte, amar a los hermanos es estar en la vida, el no amar a los hermanos es estar en la muerte, no hay condición intermedia entre la vida y la muerte. Sabemos que esto es cierto en lo natural, también es cierto en lo espiritual y en lo moral.
Más adelante en el capítulo 3, versículo 18:
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”
Aquí tenemos dos pares de opuestos, amor que es solo de palabra y de lengua, es solo palabras, es solo superficial, no es real; y por otro lado está el amor de hecho y en verdad. Y nuevamente no hay punto intermedio, o decimos que amamos y lo probamos con nuestras acciones, o decimos que amamos y lo negamos con nuestras acciones y somos insinceros, somos hipócritas.
En el capítulo 4, versículos 17 y 18, encontramos otro par de opuestos.
“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”
Note los dos opuestos, por un lado el temor, por otro lado la confianza, si no tenemos confianza estamos atados por el temor. Estos son algunos pares de opuestos en la clasificación moral de Dios, y en cada caso vemos que son opuestos exclusivos el uno del otro, y no hay punto medio entre los dos.
Hay un hecho vitalmente importante más que necesito compartir con usted antes de concluir este mensaje, en base a estos opuestos seremos juzgados por Dios, 2 Corintios 5:10:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”
Un día tendremos que rendir cuentas a Dios de nuestras vidas por lo que hemos hecho, la manera en que vivimos, pero solo hay dos categorías en que se clasificarán nuestras acciones, buenas o malas. Así que no se engañe, no piense que hay moralidad neutral en su manera de vivir, no existe la neutralidad moral, todo lo que hagamos o es bueno, o es malo y le daremos cuentas a Dios por lo que hagamos.
Nuestro tiempo por hoy ha terminado, regresaré la próxima semana a la misma hora de lunes a viernes, sobre otro emocionante tema de la palabra de Dios.
Código: RP-R113-105-SPA