Me alegro de estar nuevamente con usted al continuar con nuestro tema para esta semana “Cómo ponerse de acuerdo con Dios”, en mis charlas previas he sugerido que hay cuatro áreas básicas en las que nuestros caminos y nuestros pensamientos deben alinearse con los de Dios. Las cuatro áreas básicas que he enumerado son: Primero, objetivos Segundo, prioridades Tercero, actitudes Y Cuarto, categorías Yo creo que en todas estas áreas nuestros pensamientos deben estar en línea con los de Dios, y el único instrumento que puede hacer eso es la palabra de Dios recibida por fe en nuestras mentes y corazones; y ya he hablado de varias de estas áreas.

En el área de objetivos dije que creo que Dios tiene dos objetivos principales: Primero: Su propia gloria y satisfacción Y segundo, la excelencia, y por supuesto se necesita la excelencia para la gloria y satisfacción de Dios. El objetivo principal de todo el universo es darle gloria y satisfacción a Dios, no hay objetivo más alto que ese.

También he compartido sobre dos prioridades principales de Dios: La primera, es la venida del reino de Dios a la tierra, “Venga tu reino, hágase tu voluntad como en cielo así también en la tierra”.

La segunda, lo eterno antes que lo temporal, Dios nunca sacrifica lo eterno por lo temporal, siempre trabaja en nuestras vidas para nuestro bien eterno. También he compartido dos actitudes características de Dios: Primero, su atención a los detalles, siempre revisa lo pequeño antes que lo grande; Él que es fiel en lo muy poco también en lo más es fiel. Y segundo, la misericordia combinada con la severidad; si vemos solo la misericordia de Dios e ignoramos su severidad, tenemos un cuadro incompleto, inexacto e irreal de Dios.

Hoy voy a hablar sobre la cuarta área básica, las categorías, la manera en que clasificamos las cosas, o la manera en que las agrupamos.

Primero debo decir que la manera en que clasificamos a las personas o a las cosas, tiene tremenda influencia sobre la manera en que nos relacionamos con ellas o la manera en que las tratamos. Si las clasificamos de cierta manera tendremos una actitud negativa, si las clasificamos de otra manera tendremos una actitud positiva hacia la misma persona o cosa. Tome por ejemplo las maneras en que generalmente clasificamos a las personas, por ejemplo: La manera política, una persona es demócrata o republicana. O si piensa en términos de la filosofía comunista, puede ser un obrero o un capitalista. Si piensa en términos religiosos, las dos categorías principales en el cristianismo son católicos y protestantes. Podría pensar en términos raciales, entonces las categorías serían: blanco, negro, judío, gentil, y así sucesivamente.

Ahora le daré un breve ejemplo de la diferencia que hacen las categorías, supongamos que yo soy blanco, demócrata y católico, lo cual no es completamente cierto en mi caso, de todos modos es solo un ejemplo. Soy blanco demócrata y católico, conozco a un hombre que es negro, demócrata y católico; si me relaciono con él sobre una base racial, habrá una barrera entre nosotros, pero si me relaciono con el mismo hombre sobre una base religiosa o política me puedo identificar con él, así que la base sobre la que me relaciono con él, determina mi actitud hacia él. Y hay un sin fin de maneras que podríamos ilustrar eso, la conclusión es que la manera de clasificar a las personas o a las cosas determina nuestra actitud hacia ellas y la manera en que nos relacionamos con ellas.

Así es con Dios también, si queremos estar de acuerdo con Dios debemos aprender a pensar en las categorías de Dios y eso es revolucionario, porque por naturaleza nuestras categorías son muy diferentes a las de Dios, las categorías más importantes de Dios son las espirituales o las morales.

En mi charla de hoy le daré un ejemplo de una categoría espiritual que es decisiva con Dios; mañana le daré un ejemplo de alguna categorías morales.

Yo creo que la categoría espiritual básica en las escrituras es de fe o incredulidad, la mayoría de las personas con un concepto de la vida moderna no piensa en esos términos, ellos dicen: Él es un hombre agradable, o es un hombre inteligente, o es un hombre sincero; pero no hablan en términos de fe o incredulidad, pero yo creo que Dios si ve la raza humana en esos términos, Él clasifica la humanidad de manera diferente de lo que lo hacemos nosotros. Le daré algunos ejemplos simples y claros de la clasificación de Dios en estas dos categorías, de fe o incredulidad, la persona que cree o la persona que no cree:

Mi primer ejemplo lo tomaré de Juan 3, versículo 18 donde Juan el bautista habla de nuestra relación con Jesús

“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Allí está la categoría básica, el creer que nos libera de la condenación, el no creer que nos trae condenación; Dios no clasifica a las personas por raza o color, ni por denominación religiosa, su categoría básica es mucho más simple, el que cree o el que no cree.

Nuevamente en Juan 3:33:

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Allí también tenemos dos categorías básicas y simples; el que cree tendrá vida eterna, el que no cree está bajo la ira de Dios. Esto se aplica no solo a creer en la persona de Jesús, sino también en el mensaje del evangelio; cuando Jesús mandó a los apóstoles a predicar el evangelio, al final del evangelio según San Marcos, esto fue lo que les dijo, Marcos 16, versículos 15 y 16:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Esa es la línea divisoria entre la salvación y la condenación, el que creyere, el que no creyere.

Ahora quiero aplicar este principio de creer versus el no creer en un área simple y práctica de nuestra vida diaria, el matrimonio, Pablo dice a los cristianos en 2 Corintios, capítulo 6, versículos del 14 al 15:

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? – ese es un nombre para Satanás - ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”

Pablo sigue con esta clasificación básica un creyente o un incrédulo, él dice que para escoger su pareja este es un asunto básico, no es principalmente su raza o su posición económica, sino ¿es creyente o no?.

Supongamos que una señorita esté siendo jada por un joven y ella quiere saber si le conviene como esposo, así que ella dice: Es apuesto, tiene un buen trabajo, tiene un buen salario, tiene un bonito auto, sabe como entretenerme; pero yo soy cristiana, ¿es eso suficiente?, la Biblia dice que no. El asunto básico es, ¿es él creyente o no?, todo lo demás es secundario, si esa señorita se guía por las categorías naturales podría casarse con ese joven y probablemente sería un desastre. Pero si ella piensa en términos de las categorías de Dios no se casaría con ese joven y se ahorraría muchas penas más adelante en su vida. Tenemos que entender que la fe se centra primordialmente en la voluntad, no en el intelecto o en las emociones, es una decisión que hacemos de pensar en términos según las categorías de Dios, fe o incredulidad.

En Hebreos 10, versículos del 35 al 39, el escritor nos hace una advertencia muy solemne:

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. – se refiere al regreso del Señor - Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

Note que en esa advertencia solo hay dos posibilidades, solamente dos, si seguimos creyendo para nuestra salvación o preservación de nuestra alma o retrocedemos a la perdición, y todo el que es creyente está en esa categoría, seguir creyendo para la completa salvación o retroceder a la perdición. Si usted afronta los asuntos de su vida sobre esa base, usted tomará las decisiones correctas, pero si usted piensa en términos económicos o de su propios placer o bienestar o de las opiniones del mundo, usted podría una decisión muy equivocada y fatal. Así que debe aprender a pensar según las categorías básicas de Dios de creer o no creer.

Nuestro tiempo por hoy ha terminado, regresaré mañana a la misma hora, para continuar con este tema y darle ejemplos de las categorías morales de Dios.

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