Me alegro de estar nuevamente con usted en el comienzo de una nueva semana para compartir más “Llaves para vivir con éxito”, las que Dios ha puesto en mis manos a través de muchos años de experiencia personal y de ministerio cristiano.

Esta semana continuaré con el tema de la semana pasada “Dios es un casamentero”. Un tema que revela el plan de Dios para el matrimonio y cómo puede usted ajustarse a este.

En mis charlas de la semana pasada mencioné el hecho de que, Jesús en sus enseñanzas sobre el matrimonio fue directamente al propósito de Dios en la creación. Él se rehusó a aceptar cualquier estándar que sea menor. Él siempre empezaba a responder con la frase “En el principio”; y para cualquier judío de ese tiempo esa fue una referencia directa al libro de Génesis, porque el nombre hebreo para Génesis significa: “En el principio”. Por lo tanto, esa fue la fuente de donde Jesús tomaba sus enseñanzas y su patrón para el matrimonio.

En el patrón de Dios para el matrimonio establecido en la creación encontramos cuatro fases sucesivas.1. El matrimonio fue decisión de Dios y no de Adán. La iniciativa vino de Él.2. Dios formó a Eva para Adán. El aceptó esa responsabilidad.3. Dios trajo a Eva para Adán. Adán no tuvo que buscar alrededor por su compañera escogida.4. Dios estableció los términos de su relación. El propósito de su relación fue la unidad para llegar a ser una sola carne.

Estoy convencido que estos cuatro principios aún hoy se aplican al desarrollo del propósito de Dios para el matrimonio en nuestras vidas.En mis dos charlas de la semana pasada compartí cómo estos principios obraron en mi vida, tanto en mi primer como en mi segundo matrimonio. Repasé brevemente esos principios antes de seguir adelante.

Primero, el matrimonio debe ser la decisión de Dios no del hombre. La iniciativa es de Dios.Segundo, Dios forma a la mujer para el hombre. Esta es su responsabilidad.Tercero, Dios trae a la mujer para el hombre.Y cuarto, Dios establece los términos de su relación.

Esta semana hablaré de más lecciones prácticas que he aprendido, ambas de las escrituras como de mi experiencia personal. Le mostraré cómo puede aplicar estos principios bíblicos para el matrimonio en su propia vida.

Primero, me gustaría darle dos versículos claves de Proverbios, ambos hablan de la provisión de Dios en una esposa.Proverbios 18:22:

“El que halla esposa halla algo buenoy alcanza el favor del Señor.” (LBLA)

Para mí ese versículo indica en cierto sentido que dependemos del favor de Dios para escoger la pareja correcta. No podemos simplemente confiar en nuestro juicio. Pero si caminamos en el favor de Dios, entonces Él se asegurará de que encontremos la clase de esposa o esposo que necesitamos.

Y luego en Proverbios 19:14:

“Casa y riqueza son herencia de los padres,pero la mujer prudente viene del Señor.” (LBLA)

Nuevamente la sugerencia es que Dios nos ayuda en el momento de elegir al compañero o una compañera que necesitamos. Debemos depender de la provisión y del favor de Dios. No podemos depender de nuestro juicio o esfuerzo.Me interesa la palabra “prudente” que leímos en Proverbios 19:14. He revisado varias versiones bíblicas que usan la misma palabra “prudente”. Es una palabra interesante, es usada mucho en el español contemporáneo, y tiene un significado muy claro, este representa a: Una mujer de inteligencia, de sabiduría práctica, una mujer a quien se le pueden confiar cosas y ella las hará con responsabilidad.Es una palabra muy amplia y significa mucho para mí, porque como dije he estado casado dos veces y cada esposa vino del Señor y esta palabra describe a cada una de ellas, y le diré que es una bendición vivir con una mujer prudente.

Yo también diría que sería insensato aquel hombre que tiene una esposa prudente y que no la consulta. Compartí todas mis decisiones importantes tanto con mi primera como con mi segunda esposa. En última instancia creo que como cabeza de la familia yo tenía la mayor responsabilidad por las decisiones tomadas pero siempre buscaba el consejo de mi esposa y sin imponer, nunca he dejado de considerar la opinión o el consejo de mi esposa.Creo que si Dios le ha dado una esposa prudente sería insensato no valerse de su prudencia.

Luego de haber leído esos dos versículos de Proverbios, quiero hablar sobre un principio general para tener dirección que se aplica en este caso y en cada situación cuando un creyente necesite guía. Hay dos clases de dirección en la vida cristiana: La dirección general y la especial. La general es la que se aplica a todos los creyentes en todo tiempo. Está basada en principios. La dirección especial, es la que Dios le da a un creyente en cierta situación que tal vez no se aplique a otro aunque esté enfrentando la misma situación.

La dirección general se recibe principalmente de una fuente que es la Biblia. Es decir que no tenemos derecho de esperar dirección especial si rechazamos la general. Estamos calificados para recibir dirección especial si caminamos en la luz de la dirección que Dios nos ha dado a través de las Escrituras.En el Salmo 119:105, el salmista le dice esto al Señor:

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino.”

¿Cómo caminamos? ... Caminamos con los pies.¿Sobre qué caminamos? … Caminamos por un camino.La Palabra de Dios da luz tanto a nuestros pies como a nuestro camino, no siempre ilumina a una distancia larga pero significa que si caminamos en obediencia a la Palabra de Dios según se aplique a nuestras vidas en cualquier situación, nunca estaremos en total oscuridad. siempre tendremos suficiente luz para ver el siguiente paso que debemos dar. Eso es todo lo que demanda la fe. Pero si rechazamos la luz de la palabra de Dios, entonces no tenemos derecho de ir a Dios en ciertas circunstancias y pedir dirección especial; si ignoramos los principios de la Palabra de Dios acerca del matrimonio, no tenemos derecho de esperar que Dios nos guíe específicamente en una situación dada en cuanto a la persona con quien casarse, la dirección general viene antes que la dirección especial y la dirección general viene de la Palabra de Dios, las Escrituras.

Ahora voy a aplicar la dirección general de las Escrituras al tema en particular del que hablamos hoy, la de elegir un compañero o una compañera. La Biblia tiene ciertos principios claramente establecidosPrimero, hay un principio muy importante pero que desafortunadamente los creyentes a menudo pasan por alto para su propio mal, es que un verdadero creyente no debe casarse con alguien que no es creyente. Ni tiene que considerar tal unión, está fuera de la voluntad de Dios, cualquiera que haga eso no camina a la luz de las Escrituras.Esto es lo que Pablo dice al respecto en 2 Corintios 6 del 14 al 16

“No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos,”

La palabra “yugo” en la Biblia se refiere principalmente a una relación matrimonial, pero también puede referirse a otro tipo de relación

“pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? [o el diablo] ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijoHabitaré en ellos, y andaré entre ellos;y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.”

Aquí encontramos un rayo de luz para nuestro camino. Si no entendemos otra cosa podemos ver esto, que en cualquier situación no es bueno que un creyente decida casarse con un incrédulo. En referencia a esto, quiero decir que debemos tener este principio establecido antes de involucrarnos emocionalmente con alguien.Recuerde que he ayudado a criar a once hijas, así que tengo alguna experiencia, he visto que cuando una joven se involucra emocionalmente con un muchacho su juicio ya no es confiable. Ella puede convencerse fácilmente de que el hombre con quien quiere casarse es creyente aunque no se pueda ver el fruto en su vida.Jesús dijo que se conocerían los árboles por su fruto. No acepte la simple declaración de una persona, diciendo que es creyente, mire la vida de esa persona y vea el fruto que se manifiesta en ella. Si una persona recién comienza su caminar de fe en Jesucristo, toma tiempo para probar la realidad de esa conversión.En mi larga experiencia de ministerio pastoral, yo diría que sería muy precipitado asumir que el compromiso de un creyente es real y final antes de dos años.

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