Nuestro ayudador que mora en nosotros

Derek Prince
*Last Updated: diciembre de 2025
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Me alegro de estar nuevamente con usted en la continuación de nuestro tema para esta semana “El Espíritu Santo en usted”.
Describí anteriormente la obra de lo que prometió Cristo a sus discípulos, que después de regresar al cielo, Él les enviaría al Espíritu Santo a morar en ellos para que fuese su paracleto personal, el consolador, intercesor y ayudador, etc. Y en mi charla de ayer vimos las dos fases principales de esta promesa, que el Espíritu Santo vendría a los discípulos y estaría con ellos para siempre. Comparamos y contrastamos los dos grandes domingos, el domingo de resurrección con el Cristo resucitado y el soplo del Espíritu sobre los discípulos que los hizo una nueva creación, que los llevó del orden viejo a una nueva creación, que les dio la salvación del Nuevo Testamento en su plenitud. También el segundo domingo, el domingo de Pentecostés, aquí tenemos a Cristo glorificado que ascendió y fue glorificado, sentado a la diestra del Padre y el Espíritu que fue derramado en abundancia sobre la tierra completamente.
Quiero comparar estos dos domingos nuevamente, el domingo de Resurrección, el Cristo resucitado y el Espíritu que sopló sobre los discípulos; el domingo de Pentecostés, el Cristo glorificado y el Espíritu que fue derramado. Quiero recordarle que cada uno de estos domingos es un modelo para todos los creyentes hoy. Dios quiere que entremos por medio de experiencias similares: por medio del Espíritu soplado en nosotros y también por medio del Espíritu derramado.
Como resultado de lo que sucedió en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es ahora el residente personal de la Deidad en la tierra. El Padre está en el cielo y el Hijo está en el cielo a la diestra del Padre. Pero el Espíritu Santo reside personalmente en la tierra. Y la Escritura presenta un cuadro doble respecto a su residencia en la tierra: Primeramente, mora en la iglesia, el cuerpo colectivo de Cristo. En segundo lugar, es también el propósito de Dios que habite individualmente en el cuerpo de cada creyente. En 1ra Corintios 6:19, Pablo dice:
¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos?
Ese es un pensamiento que siempre me impacta, que Dios mismo, el Dios infinito, el creador de todo el universo quiera habitar en el cuerpo físico de cada creyente.
Hoy voy a explicar en lo práctico, lo que significa para nosotros que el Espíritu Santo haya venido como nuestro paracleto. Comenzaremos leyendo de nuevo el pasaje donde Jesús hace referencia a esta promesa especifica, está en Juan 14:16- 18:
Entonces Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que esté con ustedes para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes.
La palabra “paracleto” derivada de una fuente griega. El significado es literalmente “alguien que es llamado a nuestro lado para ayudar”. Un paracleto es alguien que puede ayudarlo, que hace algo por usted y que no lo puede hacer por sí mismo. Interesantemente, la misma palabra es usada en 1ra Juan, capítulo 2:1 donde dice esto:
Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo.
La palabra “abogado” es aquella de donde se deriva “paracleto”. La palabra abogado se deriva del latín “advocatus”. En casi todos los idiomas derivados del latín, la palabra “abogado” designa a un defensor legal. Significa alguien que habla en defensa nuestra. Todos conocemos la función de un abogado, un procurador o letrado en nuestra cultura contemporánea.
La Escritura revela esta imagen hermosa, de que tenemos dos abogados. En la tierra, el Espíritu Santo aboga nuestra causa, las cosas que no podemos decir bien, Él lo dice por nosotros; las cosas que no podemos entender, Él nos lo interpreta. En el cielo, Jesús es nuestro abogado para con el Padre, Él aboga nuestra causa. Piense en esto tenemos a los dos mejores abogados del universo. Tenemos a Jesucristo, el Hijo, a la diestra del Padre, y también al Espíritu Santo en la tierra. Con dos abogados como estos, ¿Cómo podríamos perder el caso?
Quiero continuar y ampliar lo que dijo Jesús de este abogado, este paracleto, este consolador, intercesor y ayudador. Casi nos faltan palabras para explicar quien EL es. Regresemos a Juan 14:16-18 y veamos lo que Jesús dijo. Entendamos la importancia de la palabra “otro”, ya que esta indica una persona, Jesús dijo: “Yo soy una persona. Yo me voy. Pero cuando me vaya otra persona vendrá para ser su ayudador. Yo he sido su ayudador mientras estaba aquí, pero ahora me voy. Sin embargo no los voy a dejar sin un ayudador. Hay otro ayudador que vendrá.”
Luego dice, “para que esté con ustedes para siempre;” Nuevamente vemos un contraste, Jesús les dijo: “Yo he estado con ustedes por tres años y medio, los voy a dejar pero no estén desconsolados porque otro vendrá en mi lugar y Él nunca los dejará. Estará con ustedes siempre.”
“es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes.” Esta frase es importante: “mora con ustedes y estará en ustedes”. Este abogado, este paracleto, este consolador va a vivir en vosotros. Nosotros seremos la dirección donde El reside.
“No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes.” Por implicación si Él se hubiera ido sin enviarles al Espíritu Santo a los discípulos. ellos se hubieran quedado como huérfanos, sin alguien que los ayudase, los consolase o les explicara las cosas.
Después Jesús les dice: “Vendré a ustedes”. Esto es muy importante. Cristo regresa a sus discípulos en el Espíritu Santo. Mientras Él estaba en su cuerpo, en la tierra, Jesús solamente podría estar en un lugar a la vez. Podía hablar con Pedro, Juan o María Magdalena, pero no podía hablarles a los tres al mismo tiempo. Estaba limitado por el tiempo y el espacio. Ahora, al regresar a los suyos en la persona del Espíritu Santo, está libre de las limitaciones del tiempo y del espacio. Puede estar en Australia hablando a un hijo de Dios necesitado, puede estar en los Estados Unidos ungiendo a un predicador, puede estar en alguna parte del desierto o de la selva africana fortaleciendo o sanando a algún misionero. Él no está limitado. Él ha regresado, pero sin limitaciones, ya no está sujeto a las limitaciones del tiempo o del espacio.
Quiero continuar con este tema del intercambio de estas dos personas, una que se va y otra que viene, es muy importante que lo veamos. Vemos Juan 16:5- 7:
»Pero ahora voy al que me envió [el Padre], y ninguno de ustedes me pregunta: “¿Adónde vas?”. Pero porque les he dicho estas cosas, la tristeza ha llenado su corazón. »Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré.
Este es un lenguaje muy claro. “Mientras yo esté con ustedes en persona, en la tierra, Él dijo: “El Espíritu Santo tiene que permanecer en el cielo como una persona. Pero si yo me voy como persona entonces enviaré en mi lugar a otra persona, el Espíritu Santo”. Esto es un intercambio de personas divinas. Por un tiempo el Hijo como persona estuvo en la tierra, luego regresó al cielo con su ministerio que Él había completado y en su lugar el Espíritu vino, otra persona divina, para continuar el ministerio que Jesús había comenzado.
Jesús dijo:”… les conviene que Yo me vaya”. Esta es una declaración sorprendente, quiero que la escuche con cuidado: Nos conviene más que Jesús esté en el cielo y el Espíritu Santo en la tierra; de lo que estaríamos con Jesús en la tierra y el Espíritu en el cielo. Pocas personas se dan cuenta de eso. Los cristianos siempre están diciendo: “Me hubiese gustado vivir en los tiempos cuando Jesús estaba en la tierra”. Pero Jesús dice: “Es mejor que yo esté en el cielo y el Espíritu Santo en la tierra, tendremos más ahora que antes”.
Quiero interpretar esto a la luz de la experiencia de los primeros discípulos. Note lo que sucedió inmediatamente después que el Espíritu Santo vino, yo diría que hubo tres resultados inmediatos. Primero entendieron mucho mejor que antes el plan de Dios y el ministerio de Jesús cuando Él estaba en la tierra. Es un hecho notable que ellos hubiesen sido muy lentos y limitados en su entendimiento, pero desde el momento en que el Espíritu Santo vino, ellos tuvieron un entendimiento totalmente distinto del ministerio y mensaje de Jesús.
Segundo, ellos llegaron a ser sumamente valientes. Aún después de la resurrección todavía se escondieron detrás de puertas cerradas por temor de los judíos. No estaban dispuestos a pararse y proclamar la verdad, ni estaban preparados para eso. Sin embargo, desde el momento en que el Espíritu Santo vino, ellos fueron cambiados, Pedro se paró con valentía y les habló directamente a los judíos en Jerusalén de toda la historia de Jesús y puso sobre ellos la culpa de la crucifixión.
Y en tercer lugar, ellos tuvieron testimonio sobrenatural. Desde el momento en que el Espíritu Santo vino, los milagros comenzaron a suceder. Era como si Jesús estuviera de nuevo con ellos en persona, porque Jesús les dijo: “Cuando él venga…yo regresaré en Él. No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes”.
Bien, nuestro tiempo de hoy terminó. Regresaré mañana a la misma hora, para continuar con las cosas específicas en las que el Espíritu Santo nos ayuda.
Código: RP-R060-104-SPA