La Paternidad Parte (Parte 2)

Derek Prince
*Last Updated: diciembre de 2025
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Me alegro de estar nuevamente con Ud., esta semana estoy hablando sobre el Tema de la Paternidad. Ayer dije que el propósito principal del ministerio de Jesús es llevarnos al Padre. Jesús es el camino, pero el Padre es el destino. Llegar a conocer a Dios como Padre llena tres necesidades características en el ser humano de nuestros días. La necesidad de identidad, estima propia y la de seguridad.
Hoy voy a hablar de la “Paternidad Humana”. Debido a que el carácter y la naturaleza eterna de Dios es la de un Padre, podemos decir que, todo padre en cierto sentido representa a DIOS. En cierto modo, un buen padre es lo más parecido a DIOS que un hombre puede ser. Es el logro más alto de un hombre.
Recuerdo cuando viajaba continuamente de reunión a reunión, de conferencia a conferencia, predicando, hablando a grandes multitudes y teniendo una buena respuesta de la gente, que en alguna parte oí a un hombre decir: Un experto, es un hombre con un portafolio lejos de su casa. Eso me llegó al corazón como una flecha. Pensé: “Eso me describe a mí, soy un hombre lejos de mi hogar, con un portafolio, todos me consideran un experto, pero que es lo que está sucediendo en mi casa. Y DIOS me desafió de una manera completamente diferente, que yo debería tener éxito, primero y primordialmente como esposo y como padre, antes de poder tener éxito en cualquiera otra actividad, y que si soy exitoso en otras áreas para fallar como padre sería fracasar ante DIOS.
Y creo que eso describe a muchos hombres en nuestra cultura de hoy. Pueden tener éxito en muchas cosas, en el campo del golf, como presidente de un Banco, como autor, como actor, o aún como ministro cristiano y aun así fracasar en su hogar. Quiero sugerirle, que fracasar en su hogar es fracasar, y ningún otro éxito puede sustituir ese fracaso. En primera de Corintios, capítulo 11, Pablo habla de una relación entre DIOS y el hogar. Eso es lo que dice: “la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios”. Así que Cristo es la cabeza del esposo y a su vez el esposo es la cabeza de su esposa y de su familia. En cierto sentido por lo tanto, el hombre, el esposo, representa a Cristo para su familia. Él tiene la misma relación con su familia que Cristo tiene con él.
Hay tres (3) Ministerios básicos de Cristo que, están involucrados en esto. Tres ministerios que, están asociados eternamente con el Señor. Jesús.
Los Ministerios son: el de Sacerdote, el de Profeta y el de Rey.
Explicaré brevemente lo que significa cada ministerio. Como sacerdote, el padre representa a su familia ante Dios; Como profeta, representa a Dios ante su familia y, como rey, gobierna a su familia de parte de Dios.
Durante el resto de mi charla de hoy voy a hablar del Padre como Sacerdote de su hogar. El Padre representa a su familia ante Dios, intercediendo y orando. Y quisiera sugerir ahora que, su éxito en sus otros dos ministerios, como profeta y como rey, está muy ligado a su éxito como intercesor y sacerdote. Si tiene éxito como intercesor probablemente tendrá éxito como profeta y como rey. Pero si no entiende la práctica del ministerio en la intercesión por su familia, entonces le sería muy difícil ser profeta o rey en su familia.
Hay algunos ejemplos hermosos en la Biblia de padres que practicaron ese ministerio de intercesión. Leemos el principio del Libro de Job, que Job era un hombre perfecto y recto ante Dios. El tenía 7 hijos y 3 hijas. Y un día de la semana él se reunía con su familia, en la casa de cada uno de sus hijos y hacían banquetes y tenían comunión. Leemos que Job, al final de cada semana se levantaba temprano y ofrecía sacrificio por todos sus hijos, diciendo: “Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones”. El ofrecer ese sacrificio, en la terminología del Antiguo Testamento, corresponde al Ministerio de Oración e Intercesión por sus hijos bajo el Nuevo pacto en Jesucristo. Cada padre es llamado a ser un Intercesor a favor de sus hijos.
Más adelante en la Historia encontramos a ISRAEL cautivo en Egipto, bajo oscuridad y opresión. Dios proveyó para su liberación, por medio del sacrificio, del Cordero de pascua. El punto de separación entre Israel y Egipto fue la Pascua. La Pascua hizo posible la liberación de cada familia Israelita. El Ángel entró en cada hogar Egipcio y mató al primogénito. Pero por la sangre del cordero de Pascua, el Ángel no entró en ninguna casa Israelita. ¿Cómo fue aplicada esa sangre? ¿Quién la aplicó? En Éxodo 12:3 leemos esto:
“Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: «El día diez de este mes cada uno tomará para sí un cordero, según sus casas paternas; un cordero para cada casa.”
¿Quién era responsable de seleccionar el Cordero? El padre de cada familia. ¿Quién era responsable de matar el Cordero? El padre. ¿Quién era responsable de poner la sangre en los postes y dintel de su casa? El Padre. En otras palabras, el Padre tiene su ministerio de Sacerdote a favor de su familia, dado por Dios. Era su responsabilidad asegurarse que la provisión de Dios para salvar fuera eficaz en su hogar y, según entiendo, la revelación de las Escrituras, nadie podía hacer el trabajo de Padre por él. Si el cumplía sus funciones como Sacerdote y rociaba la sangre en la puerta, su familia estaría segura, pero si no lo hacía, no había nadie más quien pudiera tomar su lugar y proveer esa protección a su familia.
Yo creo que Dios nos ha dado esa revelación, y que es aplicable aun hoy en día. Y que en la esfera espiritual hay algo que un padre puede hacer en su hogar, que no puede delegar a ningún otro, que pueda servir a un ministerio sacerdotal en su hogar, que Dios aceptará, pero que Dios está obligado a aceptar, a reconocer ese ministerio en otra persona que no sea el padre. Es la responsabilidad del padre, proveer protección divina para su hogar.
Sigamos ahora en el Nuevo Testamento, y me gustaría señalar un hecho extraordinario del ministerio de Jesús. Es una verdad que he aprendido por experiencia personal. Ha habido ocasiones en que las personas vienen a mí con niños para que ore por ellos y he aprendido a preguntar ¿Es usted el padre o la madre de este niño? A veces la respuesta sería “no, solo somos vecinos, los padres no quisieron venir”. Y Dios me mostró con certeza que, yo no tenía ninguna base bíblica para orar por un niño así. Si usted estudia el Ministerio de Jesús encontrará que, El nunca ministraba a un niño a menos que fuera por la fe de uno o ambos padres. El siempre requirió, que alguno de los padres ejerciera su fe por el niño.
Eso es muy notable en la historia del niño epiléptico registrada en Marcos, capítulo 9. Jesús. Jesús bajó del monte de la Transfiguración, y se encontró con una escena donde sus discípulos no habían podido echar fuera el espíritu epiléptico del niño. Y Jesús le preguntó al padre ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él respondió: Desde su niñez Y muchas veces lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos. 23 Jesús le dijo: «¿Cómo si tú puedes?». Todas las cosas son posibles para el que cree.”
“Y muchas veces lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos. 23 Jesús le dijo: «¿Cómo si tú puedes?». Todas las cosas son posibles para el que cree.”
Me estremeció darme cuenta día, que Jesús responsabilizó al padre para que creyera por su hijo. El hijo en su condición, obviamente, no podía ejercer mucha fe por sí mismo, pero en todo caso Jesús no le pidió al hijo que ejercitara su fe. Requirió al padre que tuviera fe por su hijo. Yo creo que esa es una responsabilidad de los padres, ejercer fe en intercesión por sus hijos, de traerlos a Dios por medio de Jesucristo.
Lo diré de nuevo y, usted puede, estudiar las escrituras. Jesús nunca ministró a un niño, a menos que, estuviese uno de sus padres ejerciendo fe por él. Él no podía ir contra de un principio de Dios tan arraigado.
Para terminar leamos un momento Hechos 16:31. La historia del carcelero de Filipo. Recuerde que Pablo y Silas habían sido encarcelados y, Dios intervino con un terremoto, las puertas de la prisión fueron abiertas y las cadenas de los prisioneros se cayeron. El carcelero entró rápidamente y preguntó. ¿Qué debo hacer para ser salvo? y El verso 31 dice “Ellos respondieron. Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y toda tu casa”. Note que el carcelero como padre de su casa, se les fue dado el privilegio divino de ejercer fe para la salvación de toda su casa. Muchas veces cundo citamos este pasaje, dejamos por fuera estas últimas tres palabras: … “toda tu casa”. Pero hoy, quiero decirle a quienes son padres: Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y toda tu casa”.
Nuestro tiempo por hoy ha terminado, regresaré mañana a la misma hora para hablar del Segundo Ministerio del Padre para su familia. El Padre como Profeta.

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